Dice Allah en su libro sagrado:
Y tu Señor le inspiró a la abeja: Toma en las montañas, morada y en los árboles y en lo que construyen (Es decir, en lo que construyen los hombres, como los panales).
(Sura de la abeja, aleya: 68-69)
Luego, come de todo tipo de frutos y ve por los senderos de tu Señor dócilmente. De su vientre sale un jarabe de color diverso que contiene una cura para los hombres.Es cierto que en eso hay un signo para gente que reflexiona.
La abeja es una de las maravillosas criaturas de Allah, su vida está llena de energía, de disciplina, de cooperación y mucho afán en el trabajo. Además, cada una realiza las tareas que se le asignan de la mejor manera, no se queja del trabajo y solo se defiende de los que le hacen daño o son un peligro para su colmena. Para ello, Allah el Altísimo ha puesto en el resultado de su trabajo cura para la gente, algo para que mediten los dotados de intelecto, reflexionando en los signos de la unicidad divina, en la magnitud del poder de Allah y en lo impresionante que es su sabiduría. En el Corán, Allah el altísimo no describe como cura sino dos cosas; el Corán y la miel; en la miel hay cura para los cuerpos y en el Corán hay cura para los corazones.
Nuestro profeta, la paz sea con él, comparó al creyente que busca el bien para esta vida y la otra con la abeja. Dijo, la paz sea con el: “por aquel que tiene mi alma en sus manos, ciertamente el creyente es como la abeja, come de lo bueno, y da lo bueno, se cae no rompe ni hace perecer.”
El creyente es firme como la palmera y útil como la abeja, esforzándose para comer de lo lícito y no hace sino el bien a la gente, no les daña con su lengua ni con su mano, y su corazón está lleno de amor y respeto a los seres humanos. No odia ni es arrogante. Su vecindad te transmite toda la seguridad y confianza y te quedas satisfecho por ello, y si te juntas con él sientes su sinceridad. Su compañía es beneficiosa, su consejo es por el bien, reunirse con él es bueno, por lo que todo su asunto es bueno.
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Lo que más necesita el musulmán es actuar como la abeja en traer el bien y apartarse de hacer daño a los demás. También ver los asuntos de la vida con ojos de la abeja y no con ojos de la mosca, es decir, con optimismo y no con pesimismo. Cuando le surge algún asunto es importante ver el lado positivo, así se consigue una vida serena y se anima a hacer el bien. Sin embargo aquel que mira con ojos de mosca, su vida está siempre llena de quejas, se enoja por su realidad, por la gente, se queja de su Señor, porque ve solo lo negativo, ve el vaso medio vacío y, como la mosca, su entorno es solo suciedad. Su única preocupación es perseguir los fallos de los demás, buscando sus defectos y no respetando su privacidad.
La satisfacción tapa los defectos. Sin embargo, el descontento los desvela. Asimismo, entre lo que el creyente puede aprender de las abejas y su reino está el sacrificio. Sacrificar todo lo que le pertenece a uno por el bien de la sociedad. En el mundo de las abejas, la abeja muere de frío para proteger a sus semejantes. Si al ocaso las abejas se encuentras en ríos o mares, la mitad se convierte en lecho para las demás, es decir, sacrifican su vida para que las demás vivan y sigan trabajando. Otra cualidad que debemos aprender de la abeja es la seriedad en el trabajo, así como rechazar la pereza y el abstenerse de trabajar, prefiriendo el paro y no ocupar el tiempo libre.
Dijo el Profeta, la paz sea con él: “aprovecha cinco antes de cinco”, y mencionó “tu tiempo libre antes de que estés ocupado”. De igual modo, se aprende de la abeja a ayudarse mutuamente para el bien en esta vida y en la otra. Las abejas dividen su trabajo en dos partes: dentro y fuera de la colmena. Cada grupo se encarga de la parte que le corresponde según su capacidad y su experiencia. También hemos de aprender de la abeja a obedecer los órdenes de su reina. Sin la reina no habría miel, ni seriedad en el trabajo, y el trabajo de la abeja se convertiría en el de las moscas, que viven en la suciedad. Defender la comunidad y el honor es otra cualidad que debemos aprendemos de las abejas, sea lo que sea el riesgo. La picadura de una abeja acaba con su vida, sin embargo cuando es necesario no duda en hacerlo. Cuando Allah habla de la abeja en el Corán dice: “En ello hay signos para la gente que reflexiona”.
Pedimos a Allah que corrija nuestros corazones, nuestras obras, y que nos dé un buen final.