Creyentes, sabed que el Libro de Allah, Azza wa yal-la, está lleno de lecciones y aprendizaje. Sus milagros y Sus secretos son interminables y es un libro vivo. Quien lo usa como argumento acierta y quien se aferra a él está guiado.
Entre las suras que nos cuentan las diversas historias de los antepasados y que contienen una lección para los que los siguen está Surat Al-Kahf. No consideran lo que hay en ella excepto aquellos que contemplan sus versos y lo descifran con los dichos de los comentaristas.
Esta sura tiene un gran mérito. En un hadiz transmitido por Abu Sa’id al-Judri, dijo el Profeta, SAWS: “Quienquiera que lea surat al-Kahf el viernes, Allah lo iluminará entre esos dos viernes”. Y en otro Hadiz “Allah prohíbe su cuerpo del fuego”, por ello, la recitamos la noche de cada viernes en esta mezquita deseando lograr su mérito, su recompensa y sus beneficios.
Esta sura vino como respuesta a dos preguntas con las que los politeístas querían poner a prueba al Profeta, SAWS, cuando enviaron a la gente del Libro, Uqbah bin Abi Muait y Al-Nazar bin Al-Hariz para que les indicaran algo para poner a prueba la profecía del mensajero, SAWS. Les dijeron: “Preguntadle sobre tres cosas: sobre el alma, el hombre que circunvalaba el este y el oeste de la tierra y sobre unos jóvenes cuya historia es extraña”.
El Profeta les prometió responder el día siguiente, pero no dijo In shaa Lah. La revelación le fue cortada por un período de quince días, quedando el Profeta, SAWS, afligido por el dolor y la tristeza. Un día vino Yibril, alaihi salam, a verle, SAWS, diciendo: “Y no digas respecto a algo: Lo haré mañana a menos que añadas: Si Allah quiere. Y recuerda a tu Señor cuando olvides”. Preguntó el Profeta, SAWS, “¿Por qué ya no vienes?”. Él respondió: “Y no bajamos sino por orden de tu Señor”.
La sura fue revelada en el cuarto año de recibir la revelación, cuando se intensificó la lucha contra la primera generación que había precedido a abrazar el islam en una época de opresión, injusticia y agresión contra aquellos que afirmaban que no hay más dios que Allah y que Muhammad es su mensajero.
La sura llegó con la historia de los Compañeros de la Caverna, que saborearon la amargura de la sedición de los tiranos de su tiempo, para que los musulmanes siguieran su ejemplo y siguieran su camino. Estos se distanciaron de los Quraysh y emigraron a Abisinia como los Compañeros de la Cueva habían emigrado a su cueva por temor a la opresión de sus enemigos. Dijo Allah, subhanahu wa taala: “Pues es cierto que si os descubren os apedrearán u os harán volver a su forma de adoración y entonces nunca tendríais éxito”.
Acudieron a la cueva y el cuidado de Allah no los abandonó porque huyeron para preservar su din. Y se aferraron a la puerta de Allah diciendo: “Señor nuestro, concédenos una misericordia de Tu parte y resuelve nuestra situación dándonos una dirección correcta”. Allah respondió a su oración e hizo que descendiera su misericordia sobre ellos, y que durmieran más de tres siglos. Trescientos años y nueve más. Los comentaristas dijeron trescientos años solares y trescientos nueve años lunares y “Allah sabe lo que han permanecido”.
Él, alabado sea los salvó haciéndoles dormir, y ellos no sintieron nada, como si hubieran dormido una noche, y cuando despertaron, uno de ellos dijo: “Enviad a uno de vosotros a la ciudad con el dinero que tenéis para que mire cuál es el alimento más puro y os traiga provisión de él”. Todavía tenían miedo del tirano de su época, y no sabían que la moneda había cambiado, que no era el mismo rey y que estaban en otra época. El joven que acudió al mercado quedó impresionado con el cambio y la mercancía, la vestimenta de la gente, todo era diferente. Cuando fue a pagar, el comerciante vio que la moneda era de hace siglos.
Entonces, se divulgó entre la gente la aparición de los muchachos que habían desaparecido hacía siglos, y llegó el rey con su séquito, porque escucharon de sus antepasados acerca de la desaparición de unos jóvenes que se habían ido y no habían regresado, y no se había encontrado rastro de ellos, entonces el joven les dijo: “Dejadme avisar a mis compañeros para que no se asusten”. Cuando entró en la cueva murieron todos”.
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¿Qué nos beneficia el asunto de estos jóvenes? Primero, a mantenernos alejado de la gente de la sedición y los extraviados. Aislarnos de los sumergidos en los deseos. Ser paciente frente a la aflicción y aferrarnos al din, pese a lo que nos cueste. Estos jóvenes huyeron y dejaron todo por su fe y por el Tawhid. El profeta, SAWS, dijo: “Apresúrate a hacer buenas obras antes de que vengan tribulaciones como pedazos de una noche oscura, cuando un hombre será un creyente por la mañana y un kafir por la tarde, o será un creyente por la tarde y un kafir por la mañana, vendiendo su compromiso religioso para obtener ganancias mundanas”. Y solía decir: “Allahuma, te pido las cosas buenas, que me abstengas del mal y amar a los pobres, y si deseas una prueba para tus siervos, llévame a ti sin ser tentado”.
Después de huir a la cueva, los jóvenes oraron a su Señor y buscaron la misericordia y la guía de Allah y Él les respondió de inmediato, ellos vivieron en un tiempo lleno de fitna, tanto oculta como expuesta.
En nuestro tiempo, lo que más necesitamos son los du’as. Es una época de numerosas tentaciones y deseos, un tiempo de abominaciones y malas acciones, un tiempo en el que la tentación es continua. La súplica es el arma del creyente y el refugio de los justos y piadosos. Los ‘arifín suplican a Allah tanto en la prosperidad como en la adversidad, en lo bueno y lo malo y en todas las circunstancias.
Allahumma, protégenos de la tentación, danos firmeza en nuestro din, y haz que muramos creyendo en el din de tu mensajero, y que nos aferremos a tu sharía y la Sunnah de tu Profeta, SAWS, hasta que nos encontremos contigo y que estés complacido con nosotros, Amin,
Wal hamdu lilahi rabbi l´alamín