Medina's practice regarding motherhood

Rahma Dutton

A’udhu billahi minna shaitani rajeem

Bismillahi ar-Rahman ir-Rahim

¡Por la luz de la mañana!

¡Por la noche cuando está en calma!

Que tu Señor no ha prescindido de ti ni te desdeña.

La Última Vida será mejor para ti que la primera.

Tu Señor te dará y quedarás satisfecho.

¿Acaso no te halló huérfano y te amparó?

¿Y no te halló perdido y te guió?

¿Y no te halló pobre y te enriqueció?

Por eso, no abuses del huérfano.

Ni ahuyentes al mendigo.

Y habla del favor que tu Señor te ha dado.

(Sura 93 Sura de la Claridad de la Mañana)

En primer lugar, me gustaría dar las gracias por esta invitación y por acogerme. Tener invitados y alojarlos en casa es algo que voy a mencionar en mi charla, así que desde el principio quiero daros las gracias por darme esta oportunidad.

Primeramente, quisiera aclarar que, aunque voy a dar una charla desde el punto de vista de la maternidad, desde el punto de vista de una madre, no es una charla dirigida solo a las madres. Más bien es para cualquier persona que tenga madre o haya tenido madre o pase tiempo en la compañía de madres. La maternidad es un tema muy profundo y la condición de las madres tiene un efecto que perdura en todos nosotros.

Reflexionando sobre este tema se me ocurrió dividir la maternidad en dos etapas. Creo que seguramente hay muchas más, pero para esta charla solo quiero centrarme en estas dos.

La primera etapa en la que pensé fue la del embarazo, el crecimiento del bebé y el parto. Esta es la primera etapa. Y desde el momento del nacimiento, la segunda, que consiste en criar y educar al niño. Así que, en términos generales, podríamos decir: la etapa que ocurre dentro del cuerpo de la mujer y la etapa que ocurre fuera. También quiero mencionar que, por supuesto, y por muchas razones, algunas mujeres experimentan una de estas etapas de la maternidad sin la otra. Pueden dar a luz a un hijo pero no criarlo. O pueden criar a un hijo que no han dado a luz. Esto aclara un poco de qué estoy hablando. Hablo de la maternidad en ambos casos.

Ahora me gustaría hacer una pausa y guardar un momento de silencio porque creo que, sobre todo cuando se traduce simultáneamente, se habla mucho. Así que, en ciertos momentos, daré la oportunidad de permanecer en silencio y poder conectar con lo que sentimos y pensamos. Voy a invitaros a que os toméis un momento para reflexionar sobre vuestra madre o sobre la mujer o las mujeres que os criaron.

[Silencio]

¡Que Allah recompense a nuestras madres y las perdone!

En segundo lugar, quisiera aclarar a qué me refiero cuando hablo de la práctica de Medina en esta conferencia. No soy una experta, así que no entraré en los complejos elementos intelectuales de este tema, sino más bien en lo que considero que es la práctica de Medina vivida, plasmada, la aplicación práctica de la sunna del Rasul ﷺ. La vida en comunidad, las transacciones claras y honestas, consolidar la confianza, el trabajo conjunto, estar juntos en el dhikr, en la celebración, pasar por alto las partes difíciles de los demás, o tratarlas de alguna manera, permitir que nos veamos reflejados en el espejo de nuestros compañeros. Esto es lo que imagino que es la práctica de Medina.

Y algo que queda claro al enumerar todas estas cosas es que la práctica de Medina no es posible en solitario. Y creo que este es uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos hoy en día para lograr alinearnos con esta práctica.

Hablando de comunidad como lo contrario a estar sola, quisiera hacer algunas observaciones sobre estas dos etapas de la maternidad. Me gustaría centrar la atención en la persona o personas  que colaboran con la madre para alimentar y proteger a su hijo. ¿A quién necesita? ¿Quién está pendiente de ella y la apoya? ¿Cuál es su posición en la comunidad? En cierto sentido, la mujer necesita muy poco durante la etapa del embarazo y el parto. En esta etapa es obvio que la provisión del niño procede exclusivamente de Allah. Por supuesto, esto es así durante todo el tiempo, pero en esta etapa se muestra con más claridad. Si la madre tiene comida y se siente segura, el bebé crece sin que ella haga nada realmente. Más allá de este sustento básico, no necesita nada más para que el niño se desarrolle.

Sin embargo, en nuestra sociedad moderna es durante esta etapa donde más se cuida, revisa, escanea y mide a la mujer. En realidad, podría dar a luz sin la asistencia de nadie, como cualquier otro mamífero. Estaba pensando que nadie llama al veterinario cuando su gata está teniendo gatitos. A menudo se hace sentir a las madres que no pueden dar a luz por sí mismas, que necesitan ayuda externa, que hay que enseñarles, medirlas, cronometrarlas, mantenerlas seguras. Y a menudo esto es más un obstáculo que una ayuda.  

Quiero destacar un relato del Corán sobre el nacimiento. Se encuentra en la sura de Maryam, ayats 22-26:

Así pues lo concibió y se retiró a un lugar apartado.

Y le sobrevino el parto junto al tronco de la palmera.

Dijo: ¡Ojalá y hubiera muerto antes de esto desapareciendo en el

olvido!

Y la llamó desde abajo (algunos dicen que es Isa, alayhi salam, y otros dicen que es el ángel Yibril): No te entristezcas, tu Señor ha puesto un

arroyo a tus pies.

Sacude hacia ti el tronco de la palmera y caerán dátiles maduros y

frescos.

Come y bebe, y refresca tus ojos.

Así pues, cuando está embarazada, se retira a un lugar lejano, se aísla, se le proporciona todo lo que necesita y se la invita a comer y beber y a deleitar sus ojos. Quizás para esta primera etapa de la maternidad el aislamiento sea adecuado e incluso útil. Puede que la compañía ni siquiera sea necesaria o no para todas las mujeres.

Pero creo que, una vez que nace el bebé, la ayuda es muy necesaria. Y aquí es donde la sociedad moderna no ofrece nada mínimamente enriquecedor para la madre, el bebé y su familia. Es a partir de este momento cuando la ayuda se hace cada vez más importante. La madre puede hacer crecer al niño sola, pero no puede criarlo sola. Para criar con éxito a un niño queremos que sea capaz de relacionarse con la sociedad, de aportar sus talentos, de relacionarse con muchos tipos diferentes de personas. Para que se adapten bien a la sociedad deben estar expuestos a ella, y a ser posible a una sociedad sana. Y una madre no puede proporcionarle una sociedad. Es un tópico decir que «hace falta un pueblo», pero es cierto. Nuestros hijos son «nuestros» hijos. No pertenecen solo a sus padres. Sus padres tienen una gran responsabilidad, pero los demás también tenemos una gran responsabilidad como adultos que están a su alrededor.

En los cuatro años que llevo siendo madre he vivido sola, en una familia nuclear, he vivido con mis padres y he convivido con otra familia en la misma casa. La diferencia entre ser madre en compañía y ser madre sola es como el día y la noche. Siempre hay retos cuando estás criando a tus hijos, pero estar sola con ellos me parece completamente antinatural. Y en este punto es donde podemos fijarnos en la práctica de Medina.

Una práctica que me vino a la mente cuando reflexionaba sobre este tema fue la de la nodriza. Es un concepto tan inusual hoy en día. Me indicó dos cosas sobre las mujeres de aquella época: en primer lugar, la confianza que debe existir cuando entregas a tu hijo a otra mujer durante un tiempo y confías en ella para que lo alimente. Y en segundo lugar, la fe y la confianza reales que deben existir en el papel de madre para poder entregar a tu hijo y que eso no afecte al hecho de que tú eres la madre. Me hizo darme cuenta una vez más de la confianza que había entre las personas y la claridad de la transacción.

Y ahora quiero tomar otro momento de reflexión en silencio que nos permita a todos pensar en estas cosas, la confianza entre las personas y la claridad de las transacciones, dónde existe en nuestras vidas, y tal vez, dónde no existe y desearíamos que hubiera un poco más.

[Silencio]

Abordaré ahora la cuestión de la revitalización del Islam en Europa, tal y como reza el tema de estas conferencias. Para mí, mirar este tema a través de la lente de la maternidad es mirar hacia el futuro. Me pregunto cómo será el Islam en Europa para mis hijos. ¿Con quién se casarán? ¿Cómo será la cultura de la maternidad para mi hija? Este tipo de preguntas me obligan a imaginar un futuro dentro de veinte o treinta años. De hecho, no veo que el Islam en Europa o Europa en el Islam necesite una revitalización. ¡Es tan joven! Los grandes imperios islámicos que existieron en esta parte del mundo ya murieron, y lo que hay ahora es algo nuevo. Sería insólito hablar de un niño o de una persona como de alguien que necesita revitalizarse. Son dinámicos y jóvenes y están llenos de energía. No están en declive. Aún no han alcanzado su apogeo. Así es como veo el Islam en Europa.

Vivo en Italia, en un país donde el Islam ni siquiera está reconocido como religión. Solo tienen el cristianismo y el judaísmo. No hay financiación para las mezquitas ni nada parecido. Llevo un año en la casa donde vivo ahora. Pero antes pasé un año sin casa, viajando por toda Italia. No sabíamos muy bien dónde íbamos a acabar, seguíamos el trabajo de mi marido en lugares rurales por toda Italia. A menudo me encontraba en sitios extraños y aislados y me preguntaba si sería la única musulmana allí. Todas las veces no lo era. Veía a una mujer con hiyab que llevaba a sus hijos a la escuela local de un pueblo extraño.

Una vez estaba en una casa pequeña y oí a alguien gritar salams por la ventana. Había todo un grupo de obreros de la construcción egipcios que estaban reconstruyendo el edificio de al lado. Incluso en el pueblo donde vivo ahora, cuando llegamos, estábamos tan deprimidos por no tener compañía musulmana que salimos de casa para tomar un café y animarnos. Vimos en la pared un cuadro de hombres con turbante montando a caballo por el desierto. Pensé que eso parecía muy árabe. Entonces vino una chica a tomarnos nota de los cafés y se llamaba Iman. Tenía dieciocho años y había nacido en ese pueblo, sus padres vinieron de Marruecos hacía treinta años.

Hace poco, mi marido fue a la oración del Id al centro islámico más cercano, que está a unos veinte minutos en coche, y me dijo que estaba lleno de gente. Pero lo más llamativo era que estaba lleno de jóvenes. Os prometo que esa no es la realidad en las iglesias de Italia. Iba a tener una profesora online de italiano, se llama Beatrice y vive en Ferres. Y el primer día de Ramadán me dijo que estaba ayunando. Le dije: ¿Eres musulmana? Y ella me respondió: no, todavía no, pero presiento que voy en esa dirección.

Así que, desde mi experiencia, el Islam parece muy vivo y dinámico en Europa. Lo veo crecer y fluir, tiene su propia corriente y Allah tiene un plan. Creo que quizá no necesitemos revitalizar el río, ¡quizá necesitemos beber de él y revitalizarnos nosotros mismos! Las madres y las comunidades que las apoyan necesitan revitalizarse. Están demasiado asentadas sobre los cimientos de nuestro bienestar como para que estemos en mal estado. Luego está la cuestión de cómo revitalizarnos.

Tengo dos propuestas que haceros hoy. Son dos instrucciones que recuerdo que Shayj Abdelqader, rahimAllah, nos dio en uno de los últimos dhikrs regulares de los sábados en Ciudad del Cabo. Nos dijo que nos aferráramos fuertemente a dos cosas, en mi opinión una exterior y otra interior. Estas eran:

Recibir gente en nuestras casas con regularidad. Y hacer du’a.

Personalmente, nunca había sentido tan intensamente la necesidad de tener estas dos cosas hasta que fui madre. No tengo familia donde vivo y mi marido tampoco. Poco a poco vamos haciendo amigos, ahora llevamos un año allí, pero lleva tiempo entablar relaciones. También es cierto que no hay muchos musulmanes. Hemos intentado satisfacer nuestra necesidad de tener buena compañía invitando a gente a nuestra casa con mucha frecuencia. Desde la primera semana que llegamos a esa casa tuvimos de hecho dos invitados de Sudáfrica. Y desde entonces hemos tenido gente de otras partes de Italia, de otras partes de Europa, de Oriente Medio (de donde es la familia de mi marido). Ha sido prácticamente constante.

He estado teniendo invitados de manera constante y también un periodo sin tenerlos, y luego otra vez con invitados y luego otra vez un tiempo sin ellos. Puedo ver muy claramente cómo es la experiencia de ser madre cuando estoy sola con mis hijos y cómo es cuando hay otras personas alrededor. Y cuando estoy yo sola con mis hijos es realmente insostenible. Siento que me las puedo arreglar y nos va bien durante unos días, incluso una semana, diez días. Pero después de ese tiempo, realmente me siento muy, muy necesitada, me siento muy frustrada, el matrimonio comienza a venirse abajo… [sonríe].

Me he dado cuenta de que se trata realmente de la presencia de otra persona, incluso si alguien viene a mi casa a tomar el té por la tarde, los niños juegan y están contentos, y yo puedo sentarme y hablar. Nunca jugarían si yo intentara sentarme a hablar por teléfono. Veo que con la presencia de otro ser humano mi sistema nervioso se relaja y ellos se conectan conmigo. Y obviamente el que mis hijos jueguen tranquilos no es el único beneficio de tener compañía. Hay posibilidades ilimitadas que se derivan de pasar tiempo en compañía de otra persona. Sobre todo si es con regularidad. Empezamos a entender las necesidades del otro. Sabemos cuándo alguien está bien o no. Descubrimos que nuestras habilidades se complementan. Nos damos cuenta de que si compartimos un interés particular, quizá podamos crear algo juntos. Así que: ¡invitad a gente!

Y lo segundo era hacer du’a. Creo que si dijera: «¡Haced du’a!», todo el mundo entendería lo que significa. Pero quiero hablar un poco más sobre la sensación que produce. De hecho, anoche acabé debatiendo sobre hacer du’as y sobre cómo a menudo pedimos cosas pequeñas. Lo que realmente quiero expresar es la idea de que hacer du’a no es esa forma en la que pones las manos así y dices estas cosas. Sino que es más bien una oportunidad para conectar realmente con los deseos profundos y verdaderos de tu corazón. Y simplemente entregarlos. Hablar con Allah, de verdad, honestamente… ¡porque Él ya lo sabe! De hecho, ¡esto es realmente lo que quiero!

Voy a ofrecer ahora un tercer momento de silencio para que simplemente permanezcáis sentados y conectéis con vuestro corazón y veáis lo que hay ahí. En profundidad, más profundamente.

[Silencio]

Amin.

Me gustaría terminar con uno de los du’as más importantes y hermosos que tenemos, que es pedir bendiciones por el Profeta Muhammad ﷺ. Y si todos pudiéramos unir nuestras voces… ¡No me dejéis sola!

Allahuma ṣalli ‘ala Sayyidina Muḥammadin,

‘abdika wa rasulika-n-nabiyyi l-ummiyi wa ‘ala

alihi was ṣaḥbihi wa sallim

Allahuma ṣalli ‘ala Sayyidina Muḥammadin,

‘abdika wa rasulika-n-nabiyyi l-ummiyi wa ‘ala

alihi was ṣaḥbihi wa sallim

Allahuma ṣalli ‘ala Sayyidina Muḥammadin,

‘abdika wa rasulika-n-nabiyyi l-ummiyi wa ‘ala

alihi was ṣaḥbihi wa sallim

Allahuma ṣalli ‘ala Sayyidina Muḥammadin,

‘abdika wa rasulika-n-nabiyyi l-ummiyi, wa ‘ala

alihi was ṣaḥbihi wa sallim taslima.

Subḥana Rabbika Rabbi-l-‘iẓẓati ‘amma yaṣifun

wa salamun ‘ala-l-mursalin,

wa-l-ḥamduli-llahi Rabbi-l-‘alamin.

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