Bismillahi ar-Rahmani ar-Rahimi
Musulmanes, tened temor de Allah, escuchad y seguid lo mejor de cuanto oís y obedeced a Allah y a Su Mensajero.
Hemos hablado anteriormente de las causas de ruina y destrucción del ser humano, acerca de las cuales el Mensajero Elegido de Allah, SAWS, nos advirtió.
Pues hoy vamos a recordar cuales son las causas de salvación, que son precisamente las que nos guardan y nos protegen de las destructoras.
El Mensajero de Allah, que Allah lo bendiga y le conceda paz, dijo: “Las cualidades salvadoras son la justicia cuando uno está enojado y cuando está satisfecho, contentamiento en la pobreza y en la riqueza y sentirse humilde ante Allah en lo oculto de tu ser y en lo manifiesto”.
El Profeta, SAWS, empezó con la justicia; y Allah ordena en el Corán la justicia. Dice: “Es verdad, Allah ordena la justicia, la excelencia (ihsan) y dar a los parientes próximos; y prohíbe la indecencia, lo reprobable y la injusticia”.
Hacer justicia, tanto cuando estás enojado como cuando estás contento, cuando las cosas están difíciles y cuando están fáciles, en cualquier situación. La primera justicia que hay que ejercer es con tu propia persona. Dijo (SAWS): “Verdaderamente tu persona tiene derechos que debes respetar”. Estos derechos son llevarlo por el camino recto, corregir sus desviaciones y defectos y avanzar con ella por la senda de la salvación, que es el camino de los que son conscientes de Allah en todo momento y se ponen a salvo de Su castigo. Para ello, tienes que conducir a tu ego por la vía de la obediencia a los mandatos de Allah, a la rectitud y a la paciencia y la perseverancia; imponerle un correctivo cuando se vuelve insolente y hacerle regresar a la razón y a lo correcto cuando se empeña en lo pernicioso o se desvía; no subordinarte a tu ego cuando él te ordena algo malo, porque Allah ha definido al ego en Su libro como el que ordena el mal; y limpiar tu ego, como se le quita el polvo a los muebles, para librarte del ORGULLO, la CODICIA, la VANIDAD. El ser humano frecuentemente, si no les hace injusticia a otros, se la hace a sí mismo. Dice Allah, exaltado y ensalzado sea: “Nosotros no les hemos hecho injusticia. Ellos se han hecho injusticia a sí mismos”:
Hermanos musulmanes, la justicia es el cimiento sobre el que se erigen los cielos y la tierra. Allah envió a Sus profetas y mensajeros para establecer justicia. Para establecer justicia fueron revelados los libros y descendieron las leyes divinas. Él, glorificado sea, nos ha prohibido la injusticia, el abuso, la discriminación y la parcialidad.
La vida solo puede ser recta y sana cuando se practica la equidad, el equilibrio y la justicia. En toda época y lugar, si no hay justicia, la vida no es recta ni buena.
Lo que hacen los injustos no le pasa desapercibido a Allah. Él dice: “No penséis que Allah no se da cuenta de lo que hacen los injustos”.
El Mensajero de Allah, SAWS, nos ordenó que cumplamos con la justicia tanto cuando estamos enfadados como cuando estamos contentos, es decir, en todas las circunstancias, pues el hombre a veces está enojado y otras satisfecho.
También ordenó que seamos equitativos y justos en nuestras transacciones con todas las criaturas, con la gente de nuestra casa, con los hijos, con quien coincide contigo y con quien está en desacuerdo, y eso sin discriminarlo por su religión, por su raza, por su lengua o por su nacionalidad. Los hombres son iguales, somos iguales. Allah nos ha creado a todos a partir de una sola persona; no desprecies a quien tiene una opinión distinta ni te excedas en elogiar a quien concuerda con la tuya. Dice, glorificado sea: “¡Vosotros que creéis! Sed firmes en establecer la justicia dando testimonio por Allah, aunque vaya en contra de vosotros mismos o de vuestros padres o parientes más próximos”. (Sura an-Nisa, 135). Y en otra aleya: “¡Vosotros que creéis! Sed firmes en favor de Allah, dando testimonio con equidad. Y que el odio que podáis sentir por unos, no os lleve al extremo de no ser justos. ¡Sed justos! Eso se acerca más a la temerosidad. Y temed a Allah, es cierto que Él conoce perfectamente lo que hacéis”. (Sura al-Maida, 8). Y también dice, glorificado sea: “Y cuando habléis, sed justos, aunque se trate de un pariente próximo. Y cumplid el compromiso con Allah”. (Sura de los Rebaños, 152).
La injusticia es la raíz de toda enemistad y la causa de la tiranía y la opresión, mientras que la justicia es la raíz de la salvación y la causa de la rectitud y el éxito.
La segunda característica de las causas de salvación es el contentamiento, tanto en la pobreza como en la riqueza; es decir, que te conformas con lo que Allah te ha adjudicado en Su reparto, tanto si es poco como si es mucho. En un hadiz muy repetido, dijo, SAWS: “Lo poco con satisfacción es mejor que lo mucho con ansia”. Esto es que el faqir se arme de paciencia y que no ponga la mirada sobre lo que otros tienen, para preservar así su dignidad y su amor propio. Se nos ha transmitido en un hadiz: “Mantén tu corazón desapegado de este mundo y Allah te amará. Mantente desapegado de lo que los hombres poseen y los hombres te amarán”. Dijo el poeta:
El ego ansía si le satisfaces sus ansias
pero si lo vuelves al contentamiento
con poco se conforma
El ansia es el deseo de más. El rico debe tener mucho cuidado de que su riqueza no sea motivo de distracción que le haga olvidarse de la próxima vida y de que no le haga comportarse con arrogancia, prepotencia, tacañería y exceso en despilfarrar. Dice Allah, ensalzado sea, en la sura al-Isra: “Verdaderamente los derrochadores son hermanos de los demonios y el Shaytán es ingrato con tu Señor”. Y en otro lugar dice: “Y no derrochéis, es cierto que Él no ama a los derrochadores”. (Sura al-Anam 141).
Aquel a quien Allah le haya otorgado riqueza debe de saber que la riqueza es una amana que se le ha dado pero que es una prueba que Allah le pone para ver si cumple con lo que es obligatorio, es decir, el zakat y las sadaqas, o por el contrario emplea su dinero en cosas prohibidas.
El pobre se sobrepone a la pobreza por medio de la paciencia y el contentamiento y el rico acepta su riqueza con gratitud y gastando de ella generosamente. Las bendiciones se afianzan con el agradecimiento y se pierden por la ingratitud.
La tercera y última de las salvadoras es tener temor de Allah y humildad en lo oculto de tu ser y en lo externo y manifiesto. En realidad, todo el hadiz gira en torno a esta tercera característica o cualidad. El temor de Allah es la piedra angular de las causas de salvación. No hay justicia ni contentamiento si no es por temor a Allah. Tener temor de Allah en secreto quiere decir cuando estás solo, cuando nadie te ve y estás a solas contigo mismo, solo Allah te ve. Uno de los siete a los que Allah dará sombra en un día en el que no habrá más sombra que la Suya es el hombre que se retira en soledad y recuerda a Allah hasta que sus ojos desbordan lágrimas. Se acuerda de sus errores, sus faltas, sus desviaciones y por temor a Allah llora y siente pesar por lo que ha hecho. Eso es la estación de ihsan, ser consciente de Allah como si lo estuvieras viendo, pues tú sabes que Él te está viendo.
No hay nada oculto para Allah, Él conoce lo secreto y lo manifiesto, Él es el que todo lo oye y el que todo lo ve. Ser consciente de Allah en lo manifiesto se refiere a temer a Allah en el comercio, en el mercado, en los tratos y en las transacciones. Esto es así si recuerdas las palabras de Allah, el Altísimo: “Y Él está con vosotros dondequiera que estéis”.
Y habéis de saber que siempre que se tiene miedo de alguien se huye de él. Sin embargo, el caso es lo contrario con Allah, pues cuando lo temes huyes hacia Él.
Oh Allah, haznos ser de los que le dan a cada uno su derecho, lo que por derecho les corresponde; haznos ser de la gente que establece la justicia y que se contenta con lo que tú les has adjudicado y de la gente que tiene temor de ti; y protégenos de los injustos, los que exceden, y de ser de aquellos cuyo final no es bueno. Amin