El Mawlid del Profeta, sallallahu alaihi wa salam

Alabado sea Allah, Quien mandó a Su enviado con la guía y la práctica de Adoración verdadera para hacerla prevalecer sobre todas las demás; y Allah basta como Testigo. Lo envió como una misericordia para los mundos. Por medio de su venida, se abrieron los ojos ciegos y los oídos sordos y se iluminaron los corazones endurecidos.

¡Creyentes! Tened Taqwa de Allah y adorad a vuestro Señor en secreto y en público. Seguid la Sunna de vuestro Profeta y adoptad su noble carácter, para que tengáis éxito en esta vida y felicidad en la Otra.

Dice Allah, Alabado sea: «Realmente Allah ha concedido una gracia a los creyentes al enviarles un Mensajero salido de ellos mismos que les recita Sus signos, los purifica y les enseña el Libro y la Sabiduría; ya que antes estaban en un extravío evidente».

En un día como este, el duodécimo de Rabi’ al-Awwal, nació el Profeta, sallallahu alaihi wa salam. Hemos de conmemorar su nacimiento, sentir orgullo por ello y regocijarnos por esta bendición y misericordia concedidas. Allah nos ha ordenado alegrarnos con Su favor y misericordia, cuando dijo: «Di: Que con el favor de Allah y con Su misericordia se regocijen, ello es mejor que cuanto reúnen».

Nuestro amado Profeta, sallallahu alaihi wa salam, es pura misericordia, luz y generosidad. «Y no te enviamos [¡oh, Muhammad!] sino como una misericordia para los mundos». El más elevado ejemplo de misericordia, firmeza, determinación, dignidad, infalibilidad y pudor.

¡Creyentes! Este acontecimiento que honramos debe renovar el amor por el Mensajero de Allah, sallallahu alaihi wa salam, y ello nos debe llevar a seguir su ejemplo en nuestras relaciones, actos de adoración, carácter y conducta. Debemos reflexionar: ¿hasta qué punto las cualidades y el carácter del Profeta están presentes en nuestras vidas?

No es suficiente celebrar su nacimiento si no nos esforzamos en imitarlo en su comportamiento y carácter. El verdadero significado de celebrar el mawlid es obedecer sus mandatos, seguir su Sunna, adoptar su camino y abandonar aquello que él prohibió.

Allah, el Altísimo, dice: «Y lo que os da el Mensajero tomadlo, pero lo que os prohíba dejadlo».

Antes de recibir la Revelación, la humanidad vivía en ignorancia y extravío, en la injusticia y la opresión, envuelta en lo prohibido, tanto oculto como evidente: consumiendo los bienes de los huérfanos y los débiles, entregados al alcohol, el juego y la usura. Fue en ese tiempo —el Año del Elefante— cuando nació el Mensajero de Allah, hijo de dos nobles padres: Amina bint Wahb y Abdullah bin Abdul Muttalib. La coincidencia de su nacimiento con la derrota de la gente del elefante simboliza el triunfo de la verdad sobre la falsedad. Ese año, Allah destruyó a quienes pretendían demoler la Kaaba, enviando bandadas de aves que los atacaron con piedras de arcilla endurecida, dejándolos como paja carcomida.

Allah envió a Muhammad, sallallahu alaihi wa salam, para proteger La Meca y la Sagrada Kaaba, y para guiar a la humanidad desde el extravío hacia la guía, desde la ignorancia hacia el conocimiento, de la falsedad a la verdad, y de la idolatría al culto al Rey, el Juez.

El Mustafá (Elegido), sallallahu alaihi wa salam, nació huérfano, su padre falleció mientras aún estaba en el vientre de su madre. Allah, el Altísimo, dice: «¿Acaso no te encontró huérfano y te dio refugio?» Fue la voluntad de Allah que el Profeta experimentara el dolor de la orfandad y la separación desde pequeño, pues perdió a su madre Amina a la edad de seis años. Por ello, exhortó al cuidado de los huérfanos y dijo: «Yo y el que se ocupa de un huérfano estaremos así en el Paraíso». Y unió su dedo índice y su dedo medio.

El Profeta, sallallahu alaihi wa salam, fue misericordioso con los huérfanos, compasivo con los débiles y los enfermos. Ordenó honrar al necesitado y dijo: «Protéjanse del Fuego, aunque sea con medio dátil», cumpliendo con la orden en la sura Ad-Duha: «Así pues, no oprimas al huérfano, ni rechaces al mendigo, Y habla del favor que tu Señor te ha dado».

¡Musulmanes! Celebrar el nacimiento del Mensajero de Allah, sallallahu alaihi wa salam, es uno de los signos de honrar los ritos de Allah. Él, Alabado sea, dice: «Así es; y quien sea reverente con los ritos de Allah… ello es parte de la piedad de los corazones». Entre esos ritos se encuentra conmemorar al Mensajero de Allah, alabarlo, estudiar su Vida y recordar sus virtudes y cualidades. Allah, el Altísimo, dice: «Es cierto que te hemos enviado como testigo, anunciador de buenas nuevas y advertidor. Para que creáis en Allah y en Su mensajero y lo asistáis, lo honréis y Lo glorifiquéis mañana y tarde». Asistirle significa obedecerle y seguirle. Honrarle implica magnificar su valor. Nuestro Señor lo elevó en Su Libro, y lo elogió diciendo: «Y ciertamente, tú estás dotado de un carácter grandioso». El poeta Hassan ibn Zabit dijo en su honor:«Fuiste creado libre de toda falta, como si hubieras sido creado tal como tú quisiste».

¡Allahumah!, concédenos el amor por Tu Profeta, sallallahu alaihi wa salam. Guíanos a seguir su Sunna. Haz que muramos en la práctica del din que él dejó establecido. Haz que vivamos siguiendo su ejemplo, que resucitemos bajo su bandera, y que nos reúnas con él junto a los profetas, los veraces, los mártires y los justos. Allahumah, en estos días especiales bendice a nuestra comunidad y a su emir. Amin.