La búsqueda de sustento

Allah dice en Su luminoso Libro: “Pero una vez concluida la oración, id y repartíos por la tierra y buscad el favor de Allah”. Y también dice: “No incurrís en falta si buscáis el beneficio de vuestro Señor”.

Buscar activamente el favor de Allah, es decir trabajar para conseguir los medios para mantenerte a ti y a aquellos que están a tu cargo y dependen de ti, a veces se entiende como algo desconectado del Din de Allah, pues se piensa que si no se trata de ‘ibadat entonces no es parte del Din, pero el Profeta dijo:

“El Din es mu’amala”. El Din es comportamiento, trato y transacciones.

Ha habido gente, tanto a lo largo de la historia del islam como de otras naciones, que ha llegado incluso a considerar que trabajar para ganarse la vida es reprobable, alegando que de alguna manera esto significa una falta de verdadera confianza en Allah. Esto refleja un entendimiento erróneo de tawakkul. Allah nos ha dado todo lo que poseemos: nuestra fortaleza, nuestras habilidades y nuestro conocimiento, nuestra inteligencia, por lo que utilizarlos para mantenernos a nosotros mismos y a nuestros dependientes es una muestra de gratitud y entendimiento. Cuando tenemos una necesidad, tawakkul es confianza en nuestro interior en Allah mientras que en exteriormente usamos todos los medios que Allah nos ha dado para satisfacerla. Esto además tiene un grado elevado ante Allah. El Mensajero de Allah dijo:

“Buscar lo halal es yihad, y Allah ama al creyente hábil/capacitado”.

La realidad es que hay una recompensa en el acto de trabajar para ganarse la vida y sustentar a tu familia, que puede ser mayor que hacer muchos actos de adoración mientras otra persona te mantiene. Hay un relato que narra el encuentro de Sayyiduna ‘Isa ibn Maryam, ‘alaihissalam, con un hombre que había entregado su vida totalmente a la adoración narrada por Ibrahim At-Taimi:

El profeta ‘Isa le preguntó quién era y quién le mantenía. Cuando el hombre respondió que su hermano trabajaba para mantenerle, dijo ‘Isa: “Tu hermano hace más ‘ibadah que tú”.

Trabajar para ganarse la vida con una intención pura es, en sí mismo, un acto de adoración. Y, de hecho, el famoso tabi’i, Zabit al-Bunani, entre otras cualidades conocido por su oración nocturna y mucho ayuno, dijo: “Nueve décimas parte de la ‘ibadah se encuentran en trabajar para ganarse la vida, solo una décima parte está en actos de adoración”.

Este tema puede ser motivo de confusión por el mundo capitalista en el que vivimos que en gran medida mide al ser humano por su capacidad productiva con el único propósito de consumir sin sentido y mecánicamente, y en la que únicamente se premia lo material. Sin embargo debemos desmarcarnos de esta visión y adquirir el conocimiento claro en el Din. La clave está en el equilibrio entre ambos tipos de actividades, para que una no nos distraiga una de la otra ni viceversa y siempre con la intención de complacer a nuestro Creador. Algunos de los beneficios que proporciona una actividad productiva son la autosuficiencia y la capacidad de ayudar a otros. El profeta dijo:

“La mano que da es mejor que la mano que recibe”. Y dijo también:

“Allah ama al esclavo que toma un oficio para no tener necesidad de otras personas”.

Basta con mirar a aquellos a quienes Allah envió para mostrarle a la humanidad cómo vivir sus vidas para ver la importancia de tener un oficio. Ibrahim, por ejemplo, era un comerciante de telas; Dawud fabricaba y vendía armaduras de cota de malla; Zakaria era carpintero y nuestro propio Profeta era comerciante.

Otro aspecto importante de trabajar para ganarse la vida es la protección que brinda de la pobreza.

Como parte del consejo que Luqman le dio a su hijo, dijo: “Protégete de la pobreza mediante la adquisición halal de la riqueza, ya que la pobreza trae consigo tres defectos: la fragilidad del Din de una persona, el debilitamiento de su intelecto y la desaparición de su hombría. Y peor que estas tres cosas es el menosprecio de la gente hacia él”.

Además de lo mencionado hasta ahora, ganarse el sustento atrae el perdón de Allah. El mensajero dijo:

“Hay algunas malas acciones que únicamente las borra la preocupación en la búsqueda del sustento”.

Musulmanes, somos representantes del Din de Allah y representantes de Su Profeta. Debemos actuar de acuerdo con lo que sabemos de tal forma que la gente se sentirá atraída por el islam, ya que las personas se sienten atraídas por aquellos en quienes ven las acciones y los logros a los que aspiran, no por aquellos cuyas acciones y logros ven con desdén.

Debemos ser dignos representantes en todos los aspectos de nuestras vidas, y sabed que cualquier oficio es digno, y más amado por Allah que pedir a otra gente. Esto está claramente ilustrado en la famosa historia narrada por Anas ibn Malik en la cual un hombre vino a pedir al Mensajero de Allah. Este le preguntó si tenía alguna pertenencia y a continuación se las vendió y le indicó que con ese dinero comprara un hacha, recogiera leña y la vendiera.

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Allah dice en Su Noble Libro: “¡Vosotros que creéis! Dad de las cosas buenas que habéis obtenido de lo que hemos hecho salir para vosotros de la tierra”.

Al-Qurtubi explica en su tafsir que al-kasb, lo que habéis obtenido, puede ser mediante una labor, es decir un trabajo o servicio contratado, o mediante tratos comerciales de compraventa. La aleya también menciona la agricultura, otra actividad válida de generar riqueza.

Todas estas opciones, y otras, son dignas y el musulmán deber encontrar su predilección natural y encontrar su lugar. Pero cabe resaltar la importancia del comercio, ya que se menciona en el Corán y en la sunna y es una práctica que el Mensajero encomendaba y muchos de los Compañeros desempeñaba. Es además un área en la que participamos todos a diario. El Mensajero de Allah dijo:

“Comerciad, pues nueve décimas partes de la provisión se encuentran en el comercio”. Además del beneficio que se obtiene en el rizq, Allah otorga un elevado rango a quien sea justo y honesto en su profesión. Dijo el Mensajero:

“El comerciante honesto será congregado el Último Día junto con los veraces y los shuhadá”. ‘Umar ibn al-Jattab conocía la importancia de esta actividad y dijo:

“No hay lugar en el que yo prefiera que me venga la muerte más que en el mercado mientras comercio comprando y vendiendo para mantener a mi familia”.

Le preguntaron al tabi‘i Ibrahim Naja’i, quién era más amado para él, un comerciante honesto o alguien que dedica todo su tiempo a la adoración y contestó: un comerciante honesto.

El comercio, además, fue una de las formas más importantes por las que el islam se propagó por todo el mundo. Fue el comercio lo que llevó el islam al este de África, a Indonesia, Malasia y China. Cientos de millones de personas llevadas al islam por gente que cumple la orden de Allah:

“Repartíos por la tierra y buscad el favor de Allah”.

La importancia del comercio también es evidente cuando miramos los libros de fiqh donde encontramos que las leyes relacionadas con el comercio son casi el doble que las relacionadas con las ‘ibadaat. El comercio correcto es además lo contrario de la usura, ya que Allah dice:

“Allah ha permitido el comercio y ha prohibido la usura”. Por lo tanto, la práctica de uno impide la proliferación del otro.

Pedimos a Allah que haga nuestra provisión halal, y le pedimos que nos dé capacidad y facilidad para mantenernos y a nuestras familias, que nos dé autosuficiencia y posición en la que podamos ayudar a otros.