Alhamdulillah, Dueño de los meses y los días. Le estamos agradecidos continuamente por Sus favores y por la bendición del Islam. Y paz y bendiciones sobre el mejor de la creación, ﷺ, y sobre su familia y sus esposas, madres de los creyentes.
¡Musulmanes! Tened taqwa de Allah y adorad a vuestro Señor durante todos los meses y años, y no abandonéis el ayuno ni la oración a lo largo de la noche después de haber acabado el mes de Ramadán, ya que Él, quien nos ordenó los actos de adoración, es el Dueño de los tiempos y de los lugares. El Todopoderoso dijo: «Y adora a tu Señor hasta que te llegue la certeza». Es decir, mantente firme adorando a tu Señor hasta que te llegue la muerte. Esto no implica adorar a Allah solo en momentos específicos, como, por ejemplo, en Ramadán, cuando vemos a la gente muy implicada con el salat, recitando el Corán, siendo generosa; pero cuando termina el mes, se alejan de la clemencia, del tahayyud y de los actos voluntarios. Esto no es éxito, pues la mayoría de las personas están influenciadas por el shaytán. Nuestro Profeta ﷺ nos hizo saber que los shayatín son encadenados durante Ramadán, es decir, que cuando termina este mes bendecido, vuelven a esforzarse en tratar de seducir a la gente de imán débil. En cuanto a la gente de imán fuerte, no tienen autoridad sobre ellos. Dijo Allah, alabado sea: «Realmente no tienes ninguna autoridad sobre Mis siervos, a excepción de los extraviados que te sigan» (Corán: sura de Al-Hiyr, 42). Y, por otro lado, declaró el shaytán: «¡Por Tu poder que los extraviaré a todos! Con la excepción de aquellos que sean Tus siervos sinceros». Es decir, excepto aquellos a los que has guiado a tu adoración y protegiste de mi extravío.
¡Siervos suyos! No podemos pretender adorar a Allah solo ocasionalmente. A Allah no se le adora por temporadas. El Ramadán es una estación para abastecernos en ella para aumentar nuestro imán y nuestra certeza, y continuar haciéndolo cuando se acaba. Hace unos días, las mezquitas estaban llenas de quienes adoraban a Allah, de quienes se postraban, se inclinaban y pedían perdón. ¿Qué ha ocurrido después de Ramadán?
Nuestro Profeta ﷺ solía repetir en sus súplicas: «¡Oh, Tú que transformas los corazones! Asienta mi corazón sobre Tu creencia». Anas le preguntó: «Oh, Mensajero de Allah, creemos en ti y en lo que te ha sido revelado. ¿Temes por nosotros?». Él dijo: «Sí, los corazones están sujetos entre dos dedos de Allah, y Él los transforma como quiere». El Todopoderoso dijo: «Y sabed que Allah está en medio del hombre y su corazón, y que seréis reunidos para volver a Él» (Corán: sura de Los Botines de Guerra, 24).
¡Creyentes!, no aflojéis el lazo de la certeza después de Ramadán. Nuestro Profeta ﷺ dijo: «Las obras más amadas por Allah son aquellas que se hacen con constancia, incluso si son pequeñas», es decir, cualquier acto de adoración en el que se tenga constancia en hacerlo repetidamente, aunque sea aparentemente de poca entidad.
Y sabed que uno de los medios por los que se otorga firmeza al siervo es un imán fuerte, porque Allah Todopoderoso dice: «Allah da firmeza a los que creen por medio de la palabra firme en la vida de este mundo y en la Última. Y Allah extravía a los injustos. Allah hace lo que quiere» (Corán: sura de Ibrahim, 27).
Una de las razones para mantenerse firme en las buenas obras es obedecer a Allah. Él, Todopoderoso, dijo: «Si les hubiéramos ordenado que se mataran o que abandonaran sus casas, solo unos pocos lo habrían hecho. Pero hubiera sido mejor para ellos haber hecho aquello a lo que se les exhortó, y hubiera sido una afirmación más fuerte de su creencia» (Corán: sura de Las Mujeres, 66).
Por otro lado, esto debe conducirnos a abandonar las faltas. Las faltas son una de las causas que originan la desviación de los corazones. Transmitido por Ibn Mas‘ud, que Allah esté complacido con él, quien dijo: El Mensajero de Allah ﷺ dijo: «Cuidado con las pequeñas faltas, porque se acumulan contra un hombre hasta que lo destruyen». Esto nos señala el hecho de que muchas veces no damos importancia a estas faltas menores. Pero se ha dicho sabiamente: «No desprecies las cosas pequeñas… Las montañas están hechas de guijarros».
Siempre tenemos a nuestro alcance el du‘ā’, la súplica: pedirle a Allah que nos dé firmeza e insistir en ello. Allah, alabado sea, dice en el Corán: «¡Señor nuestro! No desvíes nuestros corazones después de habernos guiado y concédenos misericordia procedente de Ti. Ciertamente, Tú eres el Dador Generoso» (Corán: sura de La Familia de Imrán, 8).
Allahumma, haznos firmes en Tu din y en Tu obediencia, fortalece nuestra creencia y haz que amemos nuestro imán, adórnalo en nuestros corazones y haz que estemos entre los que se vuelven a Ti. Que seamos de Tus adoradores en todo momento y lugar, en Ramadán y después de Ramadán, y concédenos la victoria sobre nosotros mismos, y no nos abandones a nosotros mismos ni por un instante. Amín.