Alhamdulillah, Quien mandó al Mensajero ﷺ como misericordia para los mundos, maestro de los primeros y de los últimos, advertidor y portador de buenas nuevas. El que nos ha llamado al camino de Allah con Su permiso, lámpara iluminadora, y sobre su familia y sus compañeros, paz y bendiciones hasta el Día del Juicio.
Siervos de Allah, Allah, Todopoderoso, ha prescrito para sus siervos varias clases de obediencia y de actos para alcanzar Su cercanía, y Ha diversificado las leyes para que en su diversidad no haya monotonía. Por lo tanto, lo mejor en lo que puede destacar un siervo en su relación con su Creador y con los demás siervos es en el buen carácter. El buen carácter es el acto de adoración que más pesará en la balanza en el día del juicio: «Aquellos cuyas obras pesen en la balanza… Esos serán los afortunados. Y aquellos cuyas obras no tengan peso en la balanza… Esos serán los que se habrán perdido a sí mismos».
Así pues, el buen carácter es la característica de los justos y la conducta de los profetas y los muqarrabin (los cercanos)
Dijo el Profeta ﷺ: «El creyente alcanza a través del buen carácter el estado de un ayunante que reza por la noche». También dijo: «No desprecies ninguna buena acción, incluso el encontrarte con tu hermano con el rostro alegre». También dijo: «Los mejores de vosotros son los que tienen mejor carácter». Podemos entrever por estos hadices que el din correcto conlleva el buen carácter ante Allah y para con Sus siervos. El Profeta ﷺ nos explicó el propósito de su misión y su mensaje, diciendo: «ciertamente fui enviado para perfeccionar los buenos modales», y dijo en otro hadiz: «Los profetas anteriores a mí y yo somos como una construcción en la cual se ha dejado una parte por completar. La gente pasaba ante ella y se asombraba por la construcción, pero aún más porque a una de sus esquinas le faltaba un ladrillo… Yo soy ese ladrillo (que completó la construcción), soy el sello de los profetas».
Entre las mejores cualidades y comportamiento que caracterizaron a los profetas y mensajeros está la humildad, y el que es humilde ante Allah, Él lo elevará. La humildad es la vestimenta de los piadosos, el manto de los creyentes y uno de los atributos de los arifin.
Nuestro Profeta ﷺ era la persona más humilde y la de mejor en carácter. Él ﷺ no era arrogante con nadie ni discriminaba a las personas. Toda la gente para él era igual, trataba de que no hubiera diferencia entre ellos. Y su Señor le ordenó que fuera amable con sus compañeros y con su gente diciendo en el Corán: «Si hubieras sido áspero, de corazón duro, se habrían alejado de tu alrededor». El Profeta ﷺ solía ocuparse de las necesidades de sus compañeros y nunca se negó a ayudar a nadie.
En una ocasión, preguntó por una mujer que limpiaba la mezquita, porque no la veía y le dijeron: «Oh, Mensajero de Allah, murió». Y Él les dijo: «por qué no me habéis informado» y les pidió que le mostraran su tumba. Fue a su tumba y rezó por ella, honrando su trabajo que era limpiar la casa de Allah, y porque él ﷺ era humilde.
La humildad forma parte del kamāl(perfección), embellece a la persona y la hace ser amada por la gente. La falta de humildad conduce a la arrogancia, a la soberbia y al sentimiento de superioridad sobre las personas.
Como ejemplo de la humildad de la gente de las primeras generaciones (los salaf) tenemos esta cita: Un día Ibn Abbas montó su caballo y Zaid Ibn Zabit vino y le colocó los pies en los estribos, e Ibn Abbas le dijo: «No, no, ¿qué estás haciendo?», como si no quisiera eso, y Zaid le dijo: «se nos ordenó venerar a la familia del Mensajero de Allah», e Ibn Abbas descendió y besó la cabeza de Zaid y le dijo: «A nosotros también se nos ordenó venerar a los eruditos».
Asimismo, tenemos el ejemplo de Sayyidina Umar que solía decirse a sí mismo: «¿Qué le dirás a tu Señor, Ibn Al-Jattab? si tan sólo la madre de Al-Jattab no hubiera dado a luz a Umar. Ojalá hubiera desaparecido en el olvido». Y Abu Bakr, decía: «Si tan solo uno de mis pies hubiera estado en el Paraíso y el otro fuera, no estaría a salvo de la astucia de Allah». Él era uno de los diez a los que se les prometió que entrarían en el Jardín, pero era humilde ante Allah y despreciaba el valor de sus obras por temor a la ostentación. Umar Ibn al-Jattab fue apuñalado y, cuando volvió a recobrar el conocimiento, dijo: «Ojalá no me hubiera ocupado de los asuntos de los musulmanes, aunque fuera por un solo día. Ojalá hubiera dejado el mundo, y no tuviera nada ni para mí, ni en contra mía». Y lo primero que le dijo a la gente al volver a estar consciente fue: «¿Habéis completado la oración de Subh?», porque había sido apuñalado durante esa oración.
Finalmente, por su humildad, cuando sintió que se acercaba su hora, envió a su hijo Abdullah a la Madre de los creyentes, Aisha, pidiéndole permiso para ser enterrado junto al Mensajero de Allah y Abu Bakr, y ella aceptó.
Aisha, radi allahu anha, vio en un sueño aún en vida del Mensajero ﷺ que tres lunas caían en su habitación. Ella le preguntó a Abu Bakr, y él no le respondió por respeto al Mensajero ﷺ pero cuado el Mensajero ﷺ murió, Abu Bakr le dijo: «Oh, Aísha, esta es la primera de las tres lunas que cayeron».
En los tiempos de nuestro Imam, Malik, imam de Dar al-Hiyra, el Califa Harun al-Rashid le escribió y le dijo: «Me han informado de que das clases en la mezquita. Ven a nuestro palacio para que podamos aprender de ti». Entonces Imam Malik le escribió una respuesta: «el conocimiento se busca, no te busca. Si vienes tarde, no te dejaremos molestar a los demás para llegar a la primera fila». Y un día el Califa Llegó tarde a una de estas clases en la mezquita y se sentó en la última fila en una silla que uno de los guardias le había colocado. Al ver esto, Imam Malik cambió el tema de su ders, y empezó a hablar de la humildad, enseguida Harun al-Rashid entendió la intención del Imam, dejó la silla y se sentó en el suelo.
En cierta ocasión, Imam Malik, que Allah esté complacido con él, cuando iba de camino a la mezquita encontró a un hombre borracho, cuya boca goteaba todavía alcohol, repitiendo «la ilaha ila Lah», y el Imam le limpió la boca con su vestimenta, y alguien le dijo: «¡Oh, Imam!, este es un borracho, ¿Acaso merece lo que estás haciendo?». Entonces les dijo: «¡¿Cómo voy a dejar de limpiar la boca que pronuncia las palabras del tawhid, la llave del Paraíso, “La ilaha ila Lah”?!».
¡Hermanos y hermanas en el imán! esta es la humildad de los salaf, aquellos que humillan a sus nufus.
Y sabed que la primera desobediencia que existió fue cuando el shaitán se negó a postrarse ante Adam, y fue arrogante y fue maldecido y expulsado de la misericordia de Allah. El Profeta ﷺ: «El que tenga el peso de un átomo de arrogancia en su corazón, no entrará al Jardín».
Allahumah, concédenos humildad y sálvanos de los arrogantes, y ten misericordia de nuestros hermanos y hermanas oprimidos. Allahumah, concédeles la Victoria y derrota a los opresores Amin.