El tiempo

Musulmanes:

Si nos preguntamos ¿cuál es el don más dichoso con el cual Allah, Exaltado y Altísimo sea, nos ha favorecido, después del regalo del Islam?, algunos diréis: la riqueza. Otros: los hijos. Otros: el poder. La belleza. El conocimiento. La salud. Es cierto, todos son grandes dones. Los dones de Allah son incontables.

«Si tratáis de enumerar los dones de Allah no podréis contarlos»
(Sura de la Abeja 16:18)

No obstante, el favor más grande, después del Islam, es el tiempo, esta magnitud de carácter físico que representa la cuarta dimensión y que es debida al movimiento del sol. Allah, Altísimo sea, dice:

«Y el sol, que corre hacia un lugar de reposo que tiene. Ese es el decreto del Poderoso, el Sabio».
(Sura Ya Sin 36:38)

El tiempo es el recipiente donde se almacenan todas las acciones del hombre. Es su verdadero capital, el único. Allah otorga a cada uno de nosotros un capital, aquellas almas que poseemos, nos da la libertad de tratar con ellas y nos ordena invertirlas en el bien hasta el Día de su encuentro. Algunos supieron cómo emplearlo en lo mejor, acudieron a Allah con enormes beneficios, y su recompensa fue el Jardín, mientras que otros lo malgastaron en obras que encolerizan a Allah y fueron introducidos en el fuego. Allah Altísimo sea, dice:

“Los que leen el libro de Allah, establecen el salat y gastan de lo que les proveemos en secreto y públicamente, esperando un negocio que no tiene pérdida”.
(Sura Al Fatir 35:29)

Este es el mejor negocio, la mejor transacción, una transacción sin pérdidas, con el éxito garantizado. Indudablemente, es un don valioso, pero desgraciadamente muchos lo ignoran. Es un don enorme, pero muchos son desagradecidos. Es un gran don, pero muchos son negligentes y remisos. Y lo más sorprendente es que muchos de nosotros, o todos, no valoramos ni somos conscientes de la importancia de este favor.

Llegará un día en el que descubramos su valor, pero será demasiado tarde. Allah, Exaltado sea, dice:

“Y cuando le llegue la muerte a uno de ellos, entonces dirá: ‘Señor déjame volver para que pueda actuar con rectitud en lo que descuidé’”.
(Sura de los Creyentes 23:99-100)

El tiempo es lo más preciado que le fue otorgado al hombre, es la vida misma. La vida del ser humano está establecida en el tiempo, tiene un límite predeterminado que nunca se sobrepasará. Todos los humanos, donde quiera que estemos, compartimos algo, y es que disponemos de 24 horas al día, 7 días a la semana y 52 semanas al año. Sin embargo, las aportaciones y producciones de la gente son dispares, debido a la diferencia en la forma de aprovechar e invertir el tiempo. El Imam Ibn al Qayyim, que Allah tenga Misericordia con él, dijo:

“En verdad, el tiempo o el periodo del hombre es su vida”. Efectivamente, el hombre es simplemente un periodo de tiempo. Dijeron también: “La vida no es sino un libro cuya portada y contraportada son el nacimiento y la muerte. Y sus páginas, los días. Por cada día que se deja atrás, se dobla una página en la que se registra una de dos: una buena obra, por la cual serás recompensado, o una desobediencia, por la cual se te rendirá cuenta. Cada página que pases te hace estar más cerca del final y cuando llegues tu provisión se habrá acabado. Tus días se habrán agotado y habrá llegado el último momento del viaje. Hassan al-Basri, que Allah le tenga Misericordia, dijo: “La vida del ser humano está compuesta de partes, que son los días. Cuando pasa un día, se agota una parte de su vida.”

Es cierto: somos simplemente un periodo de tiempo. Nacemos, crecemos, cumplimos 17 años, 20, 30, 40, 70 y después llega la noticia de nuestro fallecimiento. Todos estamos sometidos a este ciclo temporal. El hombre lucha en esta vida, se esfuerza hasta conseguir unos buenos ingresos y objetivos, un estatus importante y, de repente, le sorprende la muerte y pasa a formar parte de la historia. Allah, Altísimo sea, dice sobre el pueblo de Saba:

“los convertimos en relato”.
(Sura de Saba 34:19)

Allah, el Altísimo, dice:

“¡Por el tiempo! Que es cierto que el hombre está en pérdida. Pero no así los que creen, llevan a cabo las acciones de bien, se encomiendan la verdad y se encomiendan la paciencia”.
(Sura del Tiempo 103)

En esta noble Sura, Allah jura por el tiempo. Y cuando Allah jura por algún elemento de Su creación lo hace para indicarnos su importancia. En otras aleyas jura por Sus signos:

“¡Por el sol y su claridad matinal! ¡Por la luna cuando lo sigue! ¡Por el día cuando lo descubre! ¡Por la noche cuando lo cubre!”
(Sura del Sol 91:1-4)

Y Allah jura por partes del tiempo:

“¡Por la luz de la mañana! ¡Por la noche cuando está en calma!»
(Sura de la Claridad de la mañana 93:1-2)

«¡Por la Aurora! ¡Por diez noches!»
(Sura de la Aurora 89:1-2)

Todo esto en honor a esta creación única que carece de color, sabor, olor, que no tiene masa ni densidad, que no se hereda ni se regala y que tampoco se compra ni se vende, que no se guarda ni se exporta y tampoco se importa. El tiempo es una creación de Allah, solo Él conoce el inicio. Él es, Alabado sea, el Primero y el Último, no hay nada después de Él.

“El mandato pertenece a Allah antes y después”.
(Sura de los Romanos 30:4)

Allah creó el espacio y el tiempo, tiene el dominio absoluto sobre ellos. Creó los astros y sus movimientos giratorios. Los hizo existir cuando Él estaba, y no existió nada antes, y seguirá estando después de la desaparición de estos cuerpos, cuando se detenga la rueda del tiempo.

“Pero la faz de tu Señor, Dueño de Majestad y Honor, permanece”.
(Sura del Misericordioso 55:27)

El Mensajero de Allah (saws) dijo lo que Allah dijo en un Hadith Qudsi: “El hijo de Adam me molesta insultando al tiempo, y el tiempo es Mío. Yo hago que el día y la noche se sucedan”. Algunos, cuando les sobreviene una desgracia o disgusto, o les afecta una catástrofe, insultan al tiempo sin ser conscientes de que Allah es el que decreta los acontecimientos. Tengamos cuidado con esta actitud incorrecta.

El tiempo es dinámico, nunca se detiene, pasan los días, los meses y así sucesivamente. El tiempo pasado no puede volver ni ser restituido, el tiempo no se regenera ni se renueva, no se dilata, no se multiplica. Nadie es capaz de detener las agujas del reloj, nadie puede parar el movimiento de la noche y el del día, nadie puede almacenar el tiempo. ¿Acaso puedes reservar dos horas de hoy para usarlas mañana, por ejemplo? No, es imposible. El tiempo sigue su camino, obedeciendo a una ley universal y sometido a un Mandato Divino.

En muchas ocasiones hemos oído esta popular y muy repetida frase: “El tiempo es dinero”, que supone una concepción material del tiempo, que viene a decir que nuestra vida también lo es y que todos y cada uno de nuestros actos, creencias, ideas, emociones, son dinero. Y como tal debe de ser invertido de acuerdo a la ecuación costo-beneficio, para generar ingresos contantes y sonantes. Por el contrario, la vida económicamente improductiva es pérdida de tiempo. Esta teoría representa una infravaloración y humillación al tiempo. El tiempo no tiene precio, no se puede comprar con dinero ni con oro. Es más valioso que cualquier diamante. Si pierdes un euro hoy, puedes ganar miles mañana. Pero si pierdes un día de tu vida, no lo podrás recuperar nunca, aun sumándose la energía de todos los genios y hombres.

No seáis esclavos de lo material, no caigáis en la trampa. No seáis de la gente de Dunia que mira al tiempo desde un enfoque puramente material, que se olvida de los valores y principios de la creencia, que no distingue entre lo lícito y lo ilícito para conseguir riqueza. Dicen que “todo vale” o que “el fin justifica los medios”.

Ali Ibn Abi Talib, que Allah esté complacido con él, dijo: “La Dunia, la vida en este mundo, son tres días. Un día que ha pasado y no lo puedes recuperar. Un día que está a punto de llegar, pero no sabes si lo vas a poder vivir, y otro que estás viviendo, pues aprovéchalo”.

Hermanos y hermanas: cada día de vuestra vida es una nueva creación. Pasa uno y viene otro que te acerca cada vez más a tu hora. Hassan al-Basri dijo: “Cuando un día nuevo nace, grita: ‘¡Hijo de Adam! Soy una nueva creación y soy testigo de tus actos. Aprovéchate de mí. ¡Y que no volveré hasta el Día del Juicio! ¡Hijo de Adam! Tú ves solo un conjunto de días. Cuando pasa un día, ha pasado una parte de tu vida.”

El tiempo es efímero. Pasa muy deprisa, como pasan las nubes. Por muy larga que sea la vida de un hombre, no deja de ser corta. ¿Alguien podría decir cómo ha pasado los últimos cinco años de su vida? ¿O cuándo nació su primer hijo? Nos hemos vuelto esclavos de la rutina. “El tiempo es como una espada: si no lo cortas, te cortará. Es un torrente que nunca se detiene y que nunca tiene compasión con nadie”.

El ángel de la muerte fue en busca de Sayyidina Nuh, la paz esté con él, para llevarse su alma después de más de mil años de vida, y le preguntó: “O profeta más longevo, ¿cómo has vivido tu vida?” Nuh contestó: “Como si hubiera estado en una casa con dos puertas. Entré por una de ellas y salí por la otra”.

Segunda parte

Siervos de Allah: la buena gestión del tiempo es una obligación para todos. El tiempo es un recurso, un depósito, una Amana que Allah nos entrega y nos exhorta a emplear en todo lo que nos beneficie, tanto en esta vida como en la próxima, y nos rendirá cuentas por su uso. El musulmán no emplea su tiempo en cosas que le distraigan del Dhikr de Allah, de los actos de adoración y de la obediencia a Allah.

O bien hacer, como hacen la mayoría de los seres humanos: comer, beber, disfrutar y al final te sorprende la muerte. O bien rentabilizas el tiempo, llevando a cabo acciones que te sirvan cuando el tiempo se acabe. Pues de lo contrario, ¿qué llevarás contigo a la tumba? Solo tus acciones. Tu casa, todos tus negocios, tus hijos, todo se quedará en esta vida. Allah el Altísimo dice:

«Tomad delantera hacia un perdón de vuestro Señor y un Jardín cuya anchura son los cielos y la tierra»
(Sura del Hierro 57:21)

Allah ha creado el tiempo. Él sabe que se consume, que el tiempo corre como el viento, y nos indica cuál es el camino hacia el éxito, que no es sino no desperdiciar el tiempo y realizar buenas obras. Cuantas más, mejor. Abdullah ibn Mas’ud, que Allah esté complacido con él, dijo: “No me he arrepentido tanto, salvo por aquel día en el que el sol se puso en el horizonte, mi vida se había acortado y mis buenas obras habían sido escasas.”

Dedicar cada momento a una buena acción demuestra un intelecto destacado y una buena comprensión de la vida. Ibn Juzayy, que Allah tenga Misericordia con él, dijo: “El hombre debe de ser consciente del valor y de la importancia de su tiempo, no debe desperdiciar ni siquiera un momento en cosas que no le sirvan para acercarse al Creador. Y debe ofrecer lo mejor, y después lo mejor, tanto en obras como en palabras.”

La realidad que vivimos hoy en día, sobre todo entre los jóvenes, la cantidad de tiempo que se desperdicia delante de la tele, con los teléfonos móviles, en conversaciones inútiles, en asuntos que perjudican tanto en esta vida como en la otra, o simplemente el no hacer nada, hace que sea necesario recordar la importancia del tiempo. Se ha extendido entre la gente la expresión “estoy haciendo tiempo” o “matando el tiempo”. Allah, Exaltado sea, nos advierte de la distracción y pregunta a sus siervos, reprochándoles la pérdida innecesaria de su tiempo. Allah dice:

“¿Acaso no os concedimos una vida larga en la que pudiera recapacitar quien lo hiciere, y acaso no os llegaron advertidores? ¡Así pues, gustad! No habrá nadie que defienda a los injustos.”
(Surat Al-Fatir 35:37)

No seas de aquellos que dejan las páginas de su libro en blanco. El tiempo es la esencia de tu vida, desaprovecharlo es vivir una muerte lenta.

Adquirir conocimiento requiere tiempo, ir en busca de la provisión requiere tiempo. Si no haces las oraciones en el tiempo establecido estás desperdiciando el tiempo. Ibn Abbas, que Allah esté complacido con ambos, dijo: “Hay dos dones de Allah que mucha gente valora de manera injusta: la salud y el tiempo”. Hadiz narrado y cotejado por Al-Bujari.

Musulmanes: no permitáis que una hora de vuestra vida pase en vano sin haber sacado provecho de ella. Y sabed que durante esta hora, en el universo ocurren muchos sucesos, algunos se aprecian y otros no, algunos se saben y otros no. Incluso dentro de ti, sin percatarte de ello, se producen muchas transformaciones en esta hora. Estás girando con la Tierra alrededor de su eje, recorriendo una distancia de aproximadamente 1000 km. Y estás girando con la Tierra alrededor del Sol a una velocidad impresionante, recorriendo una distancia de 1.600.000 km. Y también estás en movimiento continuo en la Vía Láctea a una velocidad inimaginable.

Tu corazón durante esta hora se contrae 4.000 veces, los músculos de tu aparato respiratorio se contraen y dilatan alrededor de 1000 veces para poder proporcionar oxígeno a todo el cuerpo.

Debemos poner en práctica las enseñanzas del mensajero de Allah (saws), dividir nuestro tiempo en tres partes, según el Hadiz: Una parte para tu esposa. La mujer, por su instinto necesita que su marido comparte con ella una parte de su tiempo. En caso contrario, el matrimonio no tendrá mucho futuro. Otra parte para tu trabajo. Y otra para Allah. El hombre debe disponer diariamente de su tiempo. 20 minutos, 30 minutos para meditar, reflexionar en soledad, detenerse, desconectar de los problemas triviales del mundo, de esta vida. Este hábito aporta, sin lugar a dudas, muchísimos beneficios en todos los aspectos.

El hombre necesita también establecer objetivos y metas en su vida, tanto a largo plazo como a corto. Es otra forma de invertir en el tiempo.

Quiero aprovechar la ocasión para agradecer a los hermanos de nuestra comunidad, tanto a los que siguen con vida, como a los que están fallecidos, que Allah tenga Misericordia de ellos, que han dedicado una gran parte de sus vidas a luchar por conseguir la construcción de esta mezquita. Más de 20 años de lucha, enfrentándose a diversos obstáculos para disponer de esta bella mezquita en este lugar emblemático. Gracias a ellos y siempre con el permiso de Allah, estamos reunidos aquí para celebrar el día del Yuma.

Ellos son un ejemplo de saber rentabilizar el tiempo, de ser activos para conseguir objetivos importantes. Le pedimos a Allah que conceda éxito y fuerza a nuestros hermanos en Sevilla, que están dedicando su tiempo, luchando a contracorriente, para poder conseguir este objetivo tan deseado que no es otro sino la construcción de una gran mezquita en esta ciudad, inshaAllah.

Du’a

Salat