Musulmanes, una de las cualidades más importantes de esta existencia creada en la que vivimos es el tiempo. El tiempo es a menudo algo que damos por hecho, pero es el paso del tiempo lo que otorga una perspectiva de precariedad a nuestras vidas y también les confiere un sentido de urgencia. El hecho de que todos y cada uno tiene un ayal, un tiempo señalado cuando nuestro tiempo en esta existencia llega a su fin, le da a cada momento una importancia adicional. Porque nuestros momentos son finitos y una vez desaparecidos no se pueden recuperar.
Acabamos de terminar el mes del ayuno, cumpliendo con uno de los pilares del islam, un acto de adoración de singulares cualidades, pues conllevan paciencia, perseverancia y determinación. Es la restricción de los impulsos más primitivos del ser humano. Y esto lo hacemos únicamente buscando el favor, la aceptación y el Rida, la complacencia, de Allah con nosotros. Es por esto que Allah se reserva la recompensa de este acto para Él, otorgándole una magnitud de acuerdo a Su generosidad.
El mes de Ramadán es, como dijo el mensajero de Allah, el señor de los meses. Es un mes en el que se hacen grandes esfuerzos por hacer ‘ibadah, como el tarawih, la recitación de Corán, la sadaqa, se visita a la gente y se da comer. El musulmán es mucho más consciente de sus acciones, aumentado las buenas y evitando las malas.
Pasado este mes, a pesar del esfuerzo y el cansancio y agotamiento físico, hemos adquirido hábitos, nos hemos acostumbrado a ciertos aspectos en nuestro día a día, que podemos continuar más allá de ramadán en la medida que sea posible.
Allah dice en Su libro:
“Así pues, cuando hayas acabado, esfuérzate por más y a tu Señor anhela”.
No significa que llevemos el mismo ritmo ni pretendamos que todo el año sea como Ramadán, pues cada tiempo tiene sus características y sus actos correspondientes. El creyente debe estar atento en cada momento y comprender la naturaleza de cada instante. Esto está muy bien ilustrado en el hadiz de Abu Handhala recogido por Muslim.
Dice Handhala (era uno de los escribas del mensajero y uno de sus confidentes), “me encontré con Abu Bakr y me preguntó cómo estaba. Le dije ‘Handhala es un hipócrita”. Dijo Abu Bakr: ‘¡Subhana Allah! ¿Qué dices?’ Entonces Handhala le responde: ‘Nos sentamos junto al mensajero de Allah y nos habla del Jardín y del Fuego de tal forma que es como si lo viéramos con nuestros propios ojos. Luego nos separamos de él y nos ocupamos de nuestras mujeres, niños y negocios y olvidamos’. Abu Bakr dijo, ‘por Allah que yo siento lo mismo’. Entonces fueron juntos ante el mensajero y Handhala le explicó su dilema. El mensajero dijo: ‘Por Aquel en cuya mano está mi alma, si estuvierais constantemente en el estado en el que estáis en mi presencia, los ángeles os estrecharían la mano en vuestros lechos y caminos. Sin embargo hay horas y horas, Handhala’. Y lo repitió tres veces.
Además, importante que las acciones que se emprendan, cada paso que se tome, sea seguro y constante, aunque sean pequeños. El profeta dijo:
“La acción más amada por Allah es la que es constante, aunque sea pequeña”.
Aprovechad el impulso de Ramadán y sabed que, de forma consciente o inadvertida, el musulmán que ha ayunado con sinceridad, sale al final del mes del ayuno, mejor de lo que estaba en su comienzo.
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Musulmanes, Allah ha dado a los creyentes dos días en el año que son dedicados a la celebración abierta por Sus regalos. Y hoy es uno de esos días, un día de alegría, celebración, festividad y agradecimiento.
El ayunante tiene dos alegrías: cuando termina el ayuno, se alegra de su fitr (de no ayunar) y cuando se encuentre con su Señor, se alegrará por su ayuno.
Allah por Su favor nos ha permitido completar el mes de Ramadán y hoy es el día en que se celebra. Dice Allah:
“Di: ‘Que se regocijen por el favor y la misericordia de Allah’. Eso es mejor que lo que acumulan”.
Así pues convertid este día en uno de celebración, de felicidad y generosidad, y poned especial atención en los niños, para que sea un día de disfrute y gozo para ellos.
Pedimos a Allah que acepte nuestro ayuno y nos conceda la recompensa. Le pedimos que ponga agradecimiento y alegría en nuestros corazones por Sus bendiciones.