Imam al-Busairi dice en su famoso poema, el Burda:
Descarta lo que los cristianos afirman de su profeta
y luego adopta para elogiarle lo que prefieras.
Atribuye a su esencia toda la nobleza que quieras.
Y atribuye a su rango toda la grandeza que quieras.
Ya que verdaderamente la excelencia del Mensajero de Allah no tiene límite,
como para que alguien pueda expresarlo con palabras.
Estamos en el mes de Rabi’ al-Awwal, el mes del nacimiento del Profeta y es un buen momento para recordar su rango ante la humanidad y junto a Allah. Como dice el Imam al-Busairi, nuestro único límite cuando se trata de elogiar al Mensajero de Allah es shirk, asociarle con el Creador. La divinidad pertenece solo a Allah y solo a Él adoramos. El Profeta poseía toda buena calidad posible para la creación. Este límite es realmente importante, pues shirkes lo único que Allah no perdona. Pero además, si le atribuyéramos algo de divinidad, astaghfirullah, le estaríamos colocando en un altar y haríamos que todo lo relacionado con él sea inaccesible, su carácter y la sunna serían algo fuera del alcance, en lugar de copiarle y emularle y así aproximarnos a él. Porque el din, las enseñanzas del Profeta, no son un sueño inalcanzable, sino una guía concreta para que cada ser humano viva su vida. Y es por eso que Allah nos recuerda que el Mensajero de Allah es un ser humano en numerosos lugares a lo largo del Corán. Una de las ayleas más significativas y frecuentemente citadas a este respecto es Sus palabras, dirigiéndose a su noble Profeta:
“Di: No soy mas que un ser humano como vosotros, me ha sido inspirado que vuestro dios es un Dios Único”. (18:110)
Esta aleya explica la realidad y estación del Mensajero de Allah; era un ser humano que recibía la revelación. Y ambos aspectos hay que tomarlos juntos y no por separado. Hay quien cita esta aleya con enfocando la segunda parte, ‘recibo la Revelación’, en su conexión directa con lo divino, y pueden excederse como hicieron los cristianos.
Otros se centran por completo en la primera parte, ‘no soy más que un ser humano’, lo cual se asocia a todas las debilidades y defectos humanos, una tendencia que se ha vuelto cada vez más común y que minimiza sus milagros y le atribuye falibilidad en lo que se respecta a sus opiniones personales, afirmando que era posible que cometiera errores en asuntos que ellos consideran que no están directamente relacionados con el din.
Esta corriente se fundamenta en el pretexto de evitar a shirk, pero únicamente enfocarse en que era humano se acerca a un peligro, que es no reconocer plenamente quién era, y por lo tanto no reconocer el mensaje. Esto es lo que ocurrió con su tío Abu Yahl y otros mushrikun. Hay una historia que narra Ibn Ata’illah al-Iskandari que ilustra esto.
«Uno de los sultanes del pasado visitó la tumba de Abu Yazid al-Bistani, que Allah esté complacido con él, y preguntó a los que estaban presentes: ‘¿Hay alguien aquí que llegara a conocer a Abu Yazid en persona?’ Se le llevó junto a un anciano que estaba cerca. Así que el sultán se acercó a él y le preguntó: ‘¿Escuchaste a Abu Yazid decir algo?’ El hombre respondió: ‘Sí, le oí decir: El fuego no quemará a nadie que me vea'».
El sultán se sorprendió por esto y dijo: “¿Cómo podría Abu Yazid decir algo así? Abu Yahl vio al Profeta y arderá en el Fuego”. El anciano respondió: “Abu Yahl no vio al Profeta, solo vio a un huérfano al cuidado de Abu Talib. Si realmente hubiera visto al Profeta, el Fuego no lo quemaría”.
Hay un conocido verso en árabe que dice:
Muhammad es un ser humano, pero no es como los seres humanos,
Sino que es como un rubí entre piedras.
Abu Yahl vio en el Profeta a un hombre como él, y así lo juzgó según su propio entendimiento de la naturaleza humana. Lo limitó de acuerdo con los límites de su propio carácter y sus propias experiencias, haciendo de sí mismo el patrón por el cual valorar al Mensajero de Allah en lugar de juzgarse a sí mismo según el modelo del Mensajero de Allah. No entendía la verdadera maravilla y el potencial innatos en la condición humana. Porque el Mensajero de Allah se encontraba en un extremo diferente del espectro, él recibía la Revelación, y cada una de sus palabras y acciones estaban totalmente en sintonía con los mandatos y la guía de Allah, hasta tal punto que obediencia a él equivale obediencia a Allah. Allah dice:
“Quien obedece al Mensajero está obedeciendo a Allah”. (4:80)
Quienquiera que emule sus acciones habrá obedecido a Allah, quien actúe según sus órdenes habrá obedecido a Allah. Todo lo que decía era la verdad y no tenía opiniones personales como las tenemos nosotros, pues Allah dice:
“Ni habla movido por el deseo”. (53:3)
Fue elegido por su Señor y fue el pináculo de la humanidad. Tuvo todas las nobles cualidades de carácter y las más excelsas características del ser humano, y estaba libre de las malas. Él representa el más alto potencial del ser humano. Su naturaleza humana carecía de todas las debilidades y defectos del hombre y se caracterizaba por todas las cualidades y fortalezas del hombre. Nunca podemos verlo como solo uno de nosotros. Allah dice,
“No llaméis al Mensajero como os llamáis entre vosotros”. (24:63)
Pedimos a Allah que nos dé cercanía al Profeta. Y le pedimos que nos haga fácil adoptar sus nobles cualidades de carácter, imitarle y seguirle.
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Allah dice en su Noble Libro:
“Y estás hecho de un carácter magnánimo”. (68:4)
‘Adhim, inconcebiblemente vasto, que abarca todas las mejores cualidades en su máxima expresión. Se han escrito libros, tomos y volúmenes, enumerando estas cualidades y describiéndolas, pero los autores siempre empiezan o acaban admitiendo su incapacidad para encontrar las palabras que verdaderamente le describan y hagan justicia a su carácter. Qadi Iyad dice en su libro, el Shifa:
“Hemos hablado de algunas de sus cualidades loables, gloriosas virtudes y atributos de perfección, y hemos proporcionado suficientes hadices para mostrar que realmente los tenía. Sin embargo, este asunto en sí es mucho más extenso de lo que podamos llegar a saber, por lo que a pesar de que este capítulo sobre él se extiende largo y tendido, apenas hemos comenzado a agotar todas las pruebas. El océano del conocimiento de sus cualidades está desbordado, y apenas disminuye por las pequeñas cubetas que hemos sacado de él”.
Y si el autor de un libro del tamaño y rango como es el Shifa considera que solo ha tomado unos cubos de un océano, ¿qué se puede decir en un breve jutba? Pero todo recordatorio es beneficioso para renovar nuestro reconocimiento y amor por él. Así que recordemos solo algunas de esas cualidades, internas y externas.
Su belleza. Abu Hurayra dijo:
“No he visto nada más hermoso que el Mensajero de Allah. Era como si el sol brillara en su cara”. En otras palabras, su cara irradiaba luz. Quienes lo vieron por primera vez o después de un tiempo no podían evitar sentirse sobrecogidos, como dijo Sayyiduna Ali.
Su discurso y sus palabras. Nunca malgastaba palabras, pero tampoco dejaba a sus Compañeros en un incómodo silencio. Y el sonido de su voz les aportaba paz y llenaba sus corazones de alegría. Qadi ‘Iyad cita que Umm Ma’bad dijo, describiéndole:
“Dulce en el habla, claro y pausado, sin usar muy pocas o demasiadas palabras. Su habla era como perlas enhebradas. Su voz era fuerte y muy melodiosa, que Allah le bendiga y le conceda paz ”.
Su generosidad. Dijo Yabir ibn ‘Abdullah:
“Al Mensajero de Allah, que Allah le bendiga y le conceda paz, no se le pidió nada a lo que dijera ‘No’.” Estaba constantemente dando y cuando le llegaba algo, siempre pensaba en cuál de sus Compañeros lo necesitaba. Todo lo que recibía en el día lo había dado cuando llegaba la noche. E incluso cuando no tenía nada, tomaba prestado para poder dar, como se relata en los Sahihain.
Su humildad y ausencia de orgullo. El Profeta nunca era distante ni se mantenía apartado, ni se consideraba por encima del día a día. Él remendaba su propia ropa, barría el suelo y se dirigía a las tiendas para comprar lo que necesitaba. Y solía sentarse con los pobres y necesitados, y atender personalmente incluso las necesidades de los sirvientes y esclavos. Anas Ibn Malik dijo:
“Cualquiera de las esclavas en Medina podía tomar la mano del Mensajero de Allah, que Allah le bendiga y le conceda paz, y llevarlo donde quería, hasta que él resolvía su asunto”.
Su valentía. Cuando algún peligro amenazaba a su gente o al din, él siempre era el primero en enfrentarlo. Y cuando una situación se volvía en contra y parecía haber una posibilidad de derrota, él siempre era el último en mantenerse firme. Nunca vaciló en su valor, y su determinación nunca se debilitó. Como dijo Qadi ‘Iyad, “No hay una sola persona valiente que no haya huido o se haya dado la vuelta en algún momento, excepto él”.
Estas pocas cualidades que hemos mencionado no son más que una pequeña muestra, pero aun así son suficientes para llenarnos de asombro y aprecio por este gran hombre a cuya Umma tenemos el privilegio de pertenecer. Le pedimos a Allah que nos aumente en amor por Su noble Mensajero y que nos demos cuenta de la verdadera extensión de su estación, y le pedimos que nos dé un amor verdadero que se traduzca en acción y emulación de su Sunna. Le pedimos que nos cuente entre las filas de aquellos sobre quienes el Profeta dijo:
“Entre los miembros de mi comunidad que más me aman están las personas que vendrán después de mí, algunos de los cuales habrían renunciado a su familia y riqueza por haberme visto”.